Sáltate la barda Cándido, que hay que llegar para la hora de la comida y ya son la una y media. ¡Mira! cuidado con la culebra que acaba de salir de entre esas piedras, te puede picar y ni loca ahorita me regreso para curarte, ¡Ay Cándido! cómo me acuerdo de cuándo venía aquí con tu abuelito para traerles el almuerzo, caminábamos desde la casa y nos quedábamos hasta las 5.
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