jueves, 27 de febrero de 2014

Nací en el verano de 1990

Veía a la ciudad cercana, viajando en el asiento trasero, nunca alcanzaba a ver a través del cristal, solo su cabeza, su cabello, peinado, raya de lado, bucles controlados por el gel.
Veía el mundo a través de las telenovelas que sintonizaba Benita puntualmente en el canal 2, el canal de las estrellas.
Estelita me recogía de la escuela de la Tia Lucha y me llevaba a su casa a comer. 
Cortaba vestiditos para Barbies de 25 pesos a las que les cortaba el pelo.
La vez que me dió paperas comí caldo de pollo por una semana sin ir a la escuela. 
Veía caricaturas porque Estelita sí me dejaba ver la televisión.
A veces me recogía Enrique el hijo más grande de Rosa. 
Una vez le hice una parada a un taxi, era un Tsuru verde, Enrique le dijo que no, que no. pero él había tomado el pasaje por mi. 

Bianca decía que Benita era bruja, que había hechizado a su marido, él era retrasado mental, pero Bianca decía que le habían dado un brebaje por mucho tiempo que lo había dejado así.
 Los sábados veía caricaturas por la mañana, en calcetines, en pijama, en fleco. 
Luego pensaba que me faltaban muchos años de colegio y miraba temerosa las barras rojas de la entrada que decía COLEGIO MADRID. 

Nadia me voceaba en la entrada y yo salía y nos íbamos con mi mamá a la casa. 

La ciudad era una, era nueva todo el tiempo y yo también era nueva porque eran los 90's y todo me parecía aprendible y arehendible y podía alcanzar todas las cosas 

Ya no vivo en la misma ciudad, se transformó en un lugar de trajes grises y hombres engomados que viajan en bicicletas con portafolios de piel y zapatos de piel y cascos de colores pastel. 
Esos hombres se cruzan con otros hombres, que tienen barriga en sus otras bicicletas que están oxidadas, en sus otros cabellos que no tienen gel y que viajan en sus otros tiempos a realizar su oficio a una casa particular. También Nadia se fue y Bianca se fue y Enrique se fue y Estelita se quedó pasmada en otro tiempo viviendo en su pueblo y los bucles controlados por el gel están muchos metros bajo tierra creciendo con sus uñas y su nariz. 

Solo yo me quedé aquí, hundiéndome con la ciudad que ya no conozco y a la cual veo crecer porque ya alcanzo a ver por el retrovisor. La ciudad crece y cambia y muta y desecha a sus edificios viejos porque le da oso no ser muy cosmopolita como para pisarle los talones a las otras ciudades donde crecieron otras niñas que veían caricaturas los sábados por la mañana en calcetines, en pijama, en fleco. 

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